martes, 23 de septiembre de 2008

No te miento

No te quiero decepcionar, pero la verdad es que no tengo nada que escribir.

No hay nada que escribir, por que todo lo que tengo que decirte, te lo quiero decir cara a cara. Nada de cartas, nada de palabras, nada de caritas sonrientes cuando no sepa que decir.

Tiempo al tiempo y las palabras... que se las llevé el viento.

Yo tán solo quiero demostrarte que no te miento. Quiero enseñarte que esos ojos pueden deslumbrar a todo aquel que se pose a mirarlos. Que cuando tus labios se quedan callados, ellos me miran y me hacen sentir algo.

Algo que hacía mucho que no sentía, que había olvidado mientras miraba con la vista perdida en todos mis recuerdos profanos. Sueños en los que la Luna no se vestia, y una leve brisa nos transportaba por la lejania hacia todos esos lugares que soñamos.

Ojalá fueras un hada y pudieras volar...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Una brisa distinta

Hoy muere el verano.

Todo por lo que he estado luchando durante todo este año, se acaba dentro de unas horas. Se acabaron las noches con luna. Se acabaron las tardes en las que el Sol vagueaba para desfilar por el horizonte. Se acabaron los amores... a media jornada.

Una brisa distinta acompaña al viento. El tiempo cambia su estilo. Ahora es mas oscuro, mas intranquilo. El cielo azul se desvanece por nubes que parecen tener mal día, nos miran y nos empiezan a gritar.

Y yo, ahí tirado mirandolas, es cuando sé que ya me tengo que poner en marcha. Que me toca de nuevo empezar, ponerme de nuevo a currar. Nada es eterno, nisiquiera el cielo. Sé que algun día se romperá y entonces aparecerá ese Dios que nadie a visto. Y entonces, saldaremos cuentas.

Pero hasta entonces, sigo un camino. Uno que digo hacer mio. Al principio me llevaban, luego fui gateando, andando... Durante un tiempo estuve corriendo y por eso no sabia muy bien a donde iba. No me paraba en saludar a la gente que andaba conmigo. Los adelantaba, me creia mas listo. Era el mejor, el mas rápido.

Hasta que llegó el resbalón.

El suelo estaba blando por la lluvia, o a lo mejor es que ya había aprendido a caer. Me levantaba, abrazado por el barro, con el corazón palpitando y la respiración alborotada... Me volvía a caer a cada pocos pasos, no podía seguir andando. Me faltaba el aliento, las ganas, el empeño de seguir adelante pasara lo que pasase.

Entonces surgió de la nada, entre la tromba de agua que me golpeaba constantemente. Su pelo estaba empapado, su vestido manchado, pero su rostro se mantenía con esa sonrisa imperturbable.

Me levanto con manos frágiles. Mi cuerpo apenas ya me pesaba, y aunque mi corazón seguía palpitando al ritmo de la lluvia, pude alzar la vista y ver que sonreía. Su sonrisa me dió fuerzas.

Sus labios... esperanza.