viernes, 25 de julio de 2008

Mil rostros y un sólo corazón

Querido e inexistente amigo:

Vuelvo a escribirte.

Nunca pensé que lo volvería a hacer. Empezaste como una irónica forma de transmitir mis sentimientos hacia otras personas, pero las cinceladas que la gente a ido esculpiendo en mi corazón acabaron por tallarte a ti.

Te di un nombre, un hogar, mil rostros. Eras aquel reflejo en el espejo, esa sombra en los atardeceres, ese sentimiento agarrado a mi pecho. El tiempo iba pasando y tu seguías ahí, inquebrantable, imbatible y maravillosamente único.

Pero poco a poco me voy consumiendo, dejando de ser el mismo, el que hace ya mucho fui..

¿Quién soy ahora? ¿De verdad es el que está escribiendo esto es el que antaño, y siempre en blanco, se ponia enfrente de una hoja para no escribir nada?

Por aquel entonces no había nada que escribir, todo lo que habia que hacer era sentir, vivir... y nada más.

¿Que quién soy ahora? ... Mejor preguntate, ¿quién eres tú?

Un día tormentoso

Siempre nos han hablado del amor como aquello que mueve el mundo. Algo más poderso que el dinero y el poder. Algo que no se puede comprar ni vender, que sólo se puede sentir como sientes la lluvia en un día tormentoso.

Hace mucho tiempo se creía que la lluvia eran las lágrimas de Dios por los pecados del homnre. Que el nos hizo buenos, a su imagen y semejanza, pero que luego llegó el diablo y nos convirtió en lo que ahora somos: un cínico reflejo de nuestro creador.

Nos reflejamos en Dios como la Luna se refleja en la inmensidad del océano. De manera siempre turbia, por que igual que el mismo océano nunca está tranquilo, el ser humano tampoco lo está. No es que no quiera, es simplemente incapaz.

Tenemos algo por dentro, que nos impulsa a vivir, algo mas allá de la vacía existencia del existir sin más.

Y yo creo que eso que nos impulsa, es amor. Algo mas poderoso que el dinero y el poder. Algo que no se puede ni comprar ni vender, que solo se puede sentir como sientes la lluvia en una día tormentoso.

Pero... nunca llueve eternamente.

jueves, 24 de julio de 2008

Un recuerdo que sostener

En toda casa se encuentra una estanteria con todo lo que es importante para uno. Mantiene y sostiene todo lo que somos capaces de guardar con cariño. Algunos reservan grandes discos negros protegidos por la solera de los años. Otros colocan fotos y retratos de la gente a la que aman. Sin embargo, la mayoria prefiere guardar grandes libros con los nombres de las personas que han de ser recordados por la humanidad.

Mi estanteria la forman albums vacíos de fotos, montones de discos rotos y retratos de gente que no conozco. No es como las demás. Está formada por pilares enlatados y explanadas de hormigón. Es alta y a la vez resistente, pues no importa cuanto la tientes, siempre se mantiene firme, sin doblegarse ante la visión de cambiar sus pilares oxidados por recias varas de hierro ni de sustituir su aspero cemento por pulido cristal.

Ella nunca cambiará, igual que nunca cambian las cosas que sostiene. Nunca cambian, solo se añaden más y más hasta que el mismo peso de estas, el tiempo y quizás la mano de algún Dios errante haga que se doblege y todo lo que sostiene, se hunda con ella.

Entonces, todo ese peso que lo ahogó dejara de ser su carga... ahora es su liberación.