Estoy aprendiendo a beber sólo.
Mato el aburrimiento. O él me mata a mi. Qué mas da, yo sigo en el intento de ahogarme en un botellín de... qué? Joder, debo quitar los papeles del escritorio que no tengo, dejar la puta música de azor que llevo escuchando a expensas de mis vecinos y dejar de hablar con antiguos amigos que en verdad, son los únicos que tengo.
Que agarro entre este teclado de sonidos encajados en un frenesí despierto. ¿De qué? De alcohol a las 6 de la tarde, de 25 cervezas, del PUM de mis oídos que precede al paraíso que os escribo. Paraíso entre ISOS de piratas en vela que no atisban un garfio ni una pistola. Ni rastas. Ni arena.
Pues han conseguido joderles. Y quién sabe si seré yo el próximo en caer en redes del engaño, acabar vagando en una pensión de mala muerte, quizás con un jaquír que no se llama así y que tiene suficiente dinero para comprar un reino pero ni tiene suficiente valor para perder peso y dejarse ver la polla entre ese barriga que le asegura la felicidad.
Y sigo aquí, ISO, alcoholizado, a las 6 de la tarde, entre cervezas 25' s y música que no escucharía ni harto de vino. Suerte qu es cerveza... por que si no estaría en el fondo de mi agujero, lamiendo mis heridas y volviendo a lo mismo de siempre.
jueves, 7 de julio de 2011
Seguir en esto
Si se me escapan unas palabras en el botiquín de encima del armario, ese que guardabas bajo sonrisa, dame un segundo para volver al mundo donde no te hablo, no me curas y ninguno de los dos tiene con que sonreir.
Déjame sentir que aún valgo para esto. Que ya no lo detesto, que ha dejado de ser un juego que escondía tras de mi, como un prisionero torturado demasiadas veces aún sabiendo que no tenía información.
Déjame volver a ese mundo gastado de fotografías y papel donde yo era él y tú la que lo amabas. Déjame leer aquello que te firmé una vez en el cuello, otra vez en el pecho y una vez más en la cadera. Déjame sentir aquella mirada que esclaustraba en un vasos de ron. Déjame una, dos, tres veces las cosas que sabes de sobra que no me calco.
Déjame intentarlo para que así, pueda seguir en esto.
Déjame sentir que aún valgo para esto. Que ya no lo detesto, que ha dejado de ser un juego que escondía tras de mi, como un prisionero torturado demasiadas veces aún sabiendo que no tenía información.
Déjame volver a ese mundo gastado de fotografías y papel donde yo era él y tú la que lo amabas. Déjame leer aquello que te firmé una vez en el cuello, otra vez en el pecho y una vez más en la cadera. Déjame sentir aquella mirada que esclaustraba en un vasos de ron. Déjame una, dos, tres veces las cosas que sabes de sobra que no me calco.
Déjame intentarlo para que así, pueda seguir en esto.
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