miércoles, 21 de abril de 2010

Mundo mudo

Desperté en una sabana blanca, con una ventana atardeciendo y un vacio absoluto en la habitación. Miré a mi alrededor, y sólo encontré a un pobre diablo, tan moribundo como yo, que aún no había evitado el sueño eterno que nos fue inculcado después de probar el asfalto con el corazón.

Al cabo de un siglo, o quizás un rato, vino una enfermera que, al verme apoyado en el bordillo de la ventana, llamó a un médico embutido en blanco de los pies a la cabeza que comenzó a hablarme de mi milagrosa recuperación, mientras yo terminaba de ver esconderse el Sol.

No me acordaba de nada. No quería acordarme de nada. Una vida rota que no encajaba en mi cabeza no era el plato ideal de bienvenida para un comatoso recién llegado del infierno de Morfeo. El recuerdo anestesiado de como te rajan, te abren y te cosen encadenandote a las paredes de la vida es algo que ningún hombre debería recordar.

Pero me faltaron lágrimas para llorar y una garganta que desgarrara el silencio de aquella maldita habitación. Había perdido la voz y nunca volvería a recuperarla. Esas fueron sus palabras, las que ya no podía decir yo...

Y otro siglo después, el médico se marchó y todo quedó igual; yo, el diablo y un mundo cada vez, más oscuro.

martes, 20 de abril de 2010

Gusto por la vida

Hoy descubrí la misteriosa satisfacción de una cerveza que se escondía detrás de hora y media de examen químico y una noche pasada por mil y una personalidades, tan misteriosas para mi como mi nueva afición por ella.

Después de todo, ahora la vida ahora sabe diferente.

lunes, 19 de abril de 2010

Contribuyentes a la tristeza que sigue después de la ira

Realmente no sé si son los exámenes, el estrés, la falta de sueño o el coagulo mental que me estoy criando en el cerebro, pero esto lleva así tiempo, asi que no busqueis excusitas en mi calendario escolar.

¿Que pasa?

¿Que si un servidor no es el que saca los temas de conversación, no hay conversación?

¿Siempre yo el que anima al personal, el que lo saca to pa'lante?

¿El que llama?

¿El que queda?

¿El que gasta las pocas neuronas que le quedan después de su examen de química para pensar qué coño hacer?

¿El que después de un jodido mes entero estudiando en casa descubre que nadie ni siquiera le ha llamado para tomar un café?

¿Que todos pasan?

¿Que si no fuera por que he estado llamandoos hace tiempo que habríamos dejado de vernos?

¿De seguir hablando?

¿De seguir siendo amigos si es que teneis los huevos de llamaros así?

¿Que siempre os dio igual?

Ya es demasiado tarde para las excusas. Ahí está todo. Cada uno habeis echo vuestra pequeña contribución. Ninguno os librais. Y mira que sois bastante pocos, en verdad, a los que tengo la mala costumbre de llamar amigos.

Quién me mando a mi salir de mi agujero de cuerdas y acuarelas...