Y con los últimos rayos del atardecer, he de ponerme en marcha.
Mis queridos sacerdotes, viejos y arrugados, creyentes de un Dios que no les otorga nada. Os doy las gracias por todos estos años de resguardo. Os he ayudado en lo que he podido, al margen de mis creencias. Pero ya, me voy. Me voy ha hacer todo lo que me enseñasteis, en nombre de quien no creo. Me voy a mirar mi mundo para observar como se pudre, igual que las manzanas con las que antaño me alimenté. Pero no son mis palabras las que os dejaré como agradecimiento. Y ahora que nuestra última noche en la ciudad a caído, sólo espero que lo que voy ha hacer ilumine suficientemente ha esta ciudad rota, corrupta y excenta de escrúpulos. Espero, que mis huellas dejen algo más que un simple recuerdo de que hace algun tiempo, estuve allí. Espero que vuestro camino, sea mas fácil que el mío.
Ansa
Leí por última vez la carta, mientras mi corazón latía con fuerza, y unas lágrimas mojaban la carta. La cerré con mi misma sangre y la deposité sobre el altar mayor.
Lo que voy ha hacer, nadie lo entenderá. La ciudad de Areth ha perdido la falsa fe que tuvieron hará decadas. No les reprocho nada, yo tampoco entiendo la fe que tienen mis queridos ancianos. Sólo quiero acabar con el ultimo vestigio de esa falsa fe que queda, para que la ciudad de Areth pueda vivir tranquila. Y yo también.
Atravesé los gruesos muros de la ciudad mientras la gente corría ha ver que había sucedido. Una vez fuera, miré hacia atrás y pude ver la ciudad iluminada por el templo en llamas, situado en el centro de la misma.
Fue la primera vez que el templo iluminaba la ciudad. Y también seria la última.
sábado, 2 de febrero de 2008
jueves, 31 de enero de 2008
Reflejos en una Botella
Siempre allí, inalcanzable, invisible ante ojos novatos, inocentes, pero no excentos de curiosidad. Ojos que no entienden, pero que no son ciegos.
Sólo son ojos que ignoran las verdades que les rodean. Ojos que ignoran, el mundo simple.
Pero algún día esos ojos brillaran, y podrán palpar las injustas verdades que les rodean. Entonces, y durante sólo un momento, desearán volver a poder ignorarlas. Pero ya será demasiado tarde. El mundo los deslumbró y sus pupilas se empequeñecieron tanto como su voluntad.
Y ahora, esos ojos se reflejan en una vieja botella de ron, donde ciegos, intentan olvidar lo que nunca debieron haber visto.
Sólo son ojos que ignoran las verdades que les rodean. Ojos que ignoran, el mundo simple.
Pero algún día esos ojos brillaran, y podrán palpar las injustas verdades que les rodean. Entonces, y durante sólo un momento, desearán volver a poder ignorarlas. Pero ya será demasiado tarde. El mundo los deslumbró y sus pupilas se empequeñecieron tanto como su voluntad.
Y ahora, esos ojos se reflejan en una vieja botella de ron, donde ciegos, intentan olvidar lo que nunca debieron haber visto.
miércoles, 30 de enero de 2008
Conversaciones con el Diablo
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