martes, 8 de septiembre de 2009

Carteles de consolación

¡PERDIDA!

(dibujada de memoria, no está a escala)

Me ha robado la bicicleta de la puerta de mi casa la semana pasada. Es una bicicleta sin marchas, con una bandera y una calavera y decorada con un rayo. El rayo y la bandera puede que los hayan retirado. Esta bici estaba nuevecita de la tienda

NO HAY RECOMPENSA

Ni siquiera quiero que me devuelvan la bici. Sólo he hecho este montón de carteles para decirte que te odio, ladron de bicicletas. Espero que montes en mi bici sin casco y que te atropelle un camión gigante. Espero que mi bicicleta te lleve directo al infierno

lunes, 7 de septiembre de 2009

Con una sonrisa

Parte del arte de escribir es hacerlo cuando uno cree cree que debe hacerlo. Nadie te puede obligar a escribir, igual que nadie te puede obligar a respirar.

Del mismo modo, si estás un tiempo sin respirar tu cuerpo te pide hacerlo. Contra más tiempo pasa, esa voz en tu cabeza se agranda, nublando tus sentidos. Cuando ya no puedes más, o sales o no sales, pues por encima de ese instinto, estás tú.

Nunca lo olvides, sólamente cuando venzas ese instinto distinto al de escribir tres renglones y medio en una libreta, podrás guardar todo lo que reside a pensión completa en tu corazón.

Y aunque pagues la factura con tu misma alma, sonrie mientras andas entre el gentío y su existir, pues muchos morirán por un sueño y sólo tú vivirás por ti.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Un café y galletitas saladas

Lo veía cada madrugada mientras vagaba por el pasillo que conducía a mi aula. Lo encontraba todos los días enganchado a una tiza y a una pizarra, sin que nada perturbase su enigmático labor.

Era un matemático, de esos pensadores frenéticos de pelo crispado que con pura lógica aplastaban creencias y mitos. Nunca me atreví a entrar en su sala. Nunca lo vi descansar ni soltar la taza que su mano diestra siempre sostenía.

Pregunté a la gente qué era aquella aula y su enigmático morador, pero tan sólo un profesor consiguió responderme. Me dijo que era la medalla Fields del 68 y que llevaba desde entonces una investigación de vital importancia.

"Eso dice él siempre, pero hace tiempo que perdió la cordura entre sus montañas de apuntes. Es un tipo solitario, al que siempre lo ves tomando café y galletitas saladas mientras escribe en su pizarra."

Con el paso del tiempo el curso terminó y guardé mi mochila en un rincón mientras daba paso a cálidos tiempos. Una vez acabados estos volví una vez más a las madrugadas dónde recorría el pasillo para llegar a mi aula.

Pero aquella vez lo no encontré.

Las pizarras estaban limpias y ordenadas y una fina luz cálida ocupaba el vació de la habitación. Miré aquella aula como una jaula sin su prisionero, sin ese singular personaje que marcaba durante el día el pasar de estos días, de los pasados y de los presentes, que veía cada mañana através del cristal.

Pude ver en su escritorio una nota. Era una de esas cartas de despedida, de las que uno escribe y abandona al amparo de cualquier patriotra desconocido sin nada más que hacer. Decía así...

" Hace poco descubrí que lo que me hacía levantarme todas las mañanas para seguir investigando a mis amadas matemáticas, en verdad eran mi café y mis galletitas saladas. Pero cualquier tarado, de esos que redondean π , llegó y me cambió la máquina de café por una descafeinada.

Por eso me voy, por eso me fui, y por eso dejo aquí mis últimas palabras... No es lo mismo todo que nada ".

P.D: dedicado a la matemática de mis sueños (y pesadillas) por hacerme comprender que no es lo mismo más que menos, ni deber que tener.

Fdo: Paquito!! ^^