A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños.
Federico G. Lorca
Cuántos poetas hablan de economía
llenándose los fardos, los muy cabrones
esto es solo poesía, dicen
mientras se engordan las barrigas llenas
a base de premios comprados
y periódicos fingidos.
Que no me cuenten tonterías
que no me cuenten embustes
que el único papel que os importa
ni está en blanco ni sirvió para escribir
más que sobre las manos de aquellos que trabajan
y creyeron a los hombres blancos
con lengua de serpiente que nos cambiaron
la zanahoria por el euro.
Ese que nos ha apretado el nudo de la corbata
de nuestro trabajo y convirtió a la clase media
en una moda,
y a la clase trabajadora, en una boda
donde casar la precariedad con la culpa
de no ser nunca suficiente.
[Al otro lado del 016 siempre está comunicando
y las ideas nos maltratan a sólo un botón de distancia]
Quédate en casa y no me molestes,
que para algo os dimos
quédate en casa, tuiteando desde el salón
y más te vale no tener muchos seguidores
porque entonces, quien sabe, puede no gustarnos
tu libertad de expresión y tengamos
que imputarte algún delito.
Pobre, que eres pobre
escupo sobre tu sangre, roja como el vino
a mí no me vale,
antes me salgan mis hijos primos
que juntarlos con vosotros, chusma
incorregible, gritona y austera
no sabéis el significado de la hondura
de la calma llena de las óperas infinitas
quedaos con vuestras guitarras zalameras
tocando bajo, caja y cuerdas
a la vez.
Pobres, que sois pobres
y no lo veis.
Nota: revisión de Dineros (I)