sábado, 2 de febrero de 2008

Fuego, lágrimas y una despedida

Y con los últimos rayos del atardecer, he de ponerme en marcha.

Mis queridos sacerdotes, viejos y arrugados, creyentes de un Dios que no les otorga nada. Os doy las gracias por todos estos años de resguardo. Os he ayudado en lo que he podido, al margen de mis creencias. Pero ya, me voy. Me voy ha hacer todo lo que me enseñasteis, en nombre de quien no creo. Me voy a mirar mi mundo para observar como se pudre, igual que las manzanas con las que antaño me alimenté. Pero no son mis palabras las que os dejaré como agradecimiento. Y ahora que nuestra última noche en la ciudad a caído, sólo espero que lo que voy ha hacer ilumine suficientemente ha esta ciudad rota, corrupta y excenta de escrúpulos. Espero, que mis huellas dejen algo más que un simple recuerdo de que hace algun tiempo, estuve allí. Espero que vuestro camino, sea mas fácil que el mío.

Ansa


Leí por última vez la carta, mientras mi corazón latía con fuerza, y unas lágrimas mojaban la carta. La cerré con mi misma sangre y la deposité sobre el altar mayor.

Lo que voy ha hacer, nadie lo entenderá. La ciudad de Areth ha perdido la falsa fe que tuvieron hará decadas. No les reprocho nada, yo tampoco entiendo la fe que tienen mis queridos ancianos. Sólo quiero acabar con el ultimo vestigio de esa falsa fe que queda, para que la ciudad de Areth pueda vivir tranquila. Y yo también.

Atravesé los gruesos muros de la ciudad mientras la gente corría ha ver que había sucedido. Una vez fuera, miré hacia atrás y pude ver la ciudad iluminada por el templo en llamas, situado en el centro de la misma.

Fue la primera vez que el templo iluminaba la ciudad. Y también
seria la última.

No hay comentarios: