Querido e inexistente amigo:
Vuelvo a escribirte.
Nunca pensé que lo volvería a hacer. Empezaste como una irónica forma de transmitir mis sentimientos hacia otras personas, pero las cinceladas que la gente a ido esculpiendo en mi corazón acabaron por tallarte a ti.
Te di un nombre, un hogar, mil rostros. Eras aquel reflejo en el espejo, esa sombra en los atardeceres, ese sentimiento agarrado a mi pecho. El tiempo iba pasando y tu seguías ahí, inquebrantable, imbatible y maravillosamente único.
Pero poco a poco me voy consumiendo, dejando de ser el mismo, el que hace ya mucho fui..
¿Quién soy ahora? ¿De verdad es el que está escribiendo esto es el que antaño, y siempre en blanco, se ponia enfrente de una hoja para no escribir nada?
Por aquel entonces no había nada que escribir, todo lo que habia que hacer era sentir, vivir... y nada más.
¿Que quién soy ahora? ... Mejor preguntate, ¿quién eres tú?
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