La noche me acecha como una gata en celo, mientras la provoco con mi tenue respiración.
Creo que me había tomado cinco o seis cervezas cuando ya empezé a dar traspies. No sé que hora es, dónde estoy ni a dónde fue mi coche, mi movil y mis últimos tres euros.
Derepente he descubierto que estoy sólo, tendido en un banco de piedra en mitad de una plazuela y de la mirada intrigada de la Luna llena.
Me levanto como puedo, pero estoy mareado. Es como si se hubieran dedicado a apalizarme por cada trago de más después de esa quinta cerveza... ¿o quizás fue la sexta? Que más dá, aún no lo he recordado cuando empiezo a vomitar güisqui barato y helado de vainilla.
¿Por qué de vainilla? No lo sé.
El regusto entre lo dulce y lo amargo me acompaña por mi travesía entre la ciudad oscura que no consigo recordar. Hace un momento todo era fugaz, pero entre copa y copa debí traspapelar las risas, las sonrisas y los buenos momentos.
Ya sólo me queda una resaca infiel y tiempo para pensar, antes del amanecer.
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2 comentarios:
Amor mio, pese a que me encanta la forma en que lo has escrito, juro y perjuro que ya no pillo esas cogorzas (aunque prometo emborracharme algún dia contigo).
Ahora tendre que escribir algo sobre mi lado dulce y sensible para contrarestar el tuyo XD
Ah! Y hazme el favor de escribir whisky en condiciones, sin putos puntitos encima de ninguna u.
Eres el puto amo azucarillo
Farolillo, te aseguro que este relato mío no es más que pura experiencia personal y popular de las borracheras del gentío.
Y "whisky" está mal escrito. Insisto, es güisqui, esa es la palabra española. Y yo bebo güisqui español, que coño xD
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