Mi estrella es una amarillenta esperanza que surca los cielos de noche y de día, siempre brillando en la lejanía de un horizonte que no consigo alcanzar.
Entonces mis labios entonan una triste melodía que surcan dos lagrimones... uno de día, otro de noche. Y sé que llorar por el tiempo pasado es como aquel abrazo de que no te di, como la sonrisa que no te brindé a sólas con la pared que me separa de ti. Aún te debo un güisqui helado de los que cortan los labios.
De los que hacen sangrar sin que te des cuenta...
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