Eramos tú y yo en un finísima red que nos atrapaba en este mundo.
Pescados demasiado pequeños para lo que nos venía pero demasiado grandes para escapar de aquello. Tu te integraste en el banco y yo me ahorqué con la red. Una vez nos sacaron y empezaron a separar, la historia no trascendió más allá de un pescado atrapado y otro que se dejó atrapar.
El mar que copia al cielo; un paraiso artificial.
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