Mi felicidad depende de una falta por
asistencia. De una ausencia que se trasmite por el sonido. De un oído
que oye mas de lo que escucha pero sigue siendo feliz. Qué decir,
estamos invertebrados en el cerebro. Somos plásticos y esnifamos
algo que nos hace sufrir. Sucumbimos en un ombligo. Caemos en el
olvido y somos lo suficientemente lascivos de pensar que somos algo.
Es lo que tiene ser humano. Sentir. Vivir menos de mil años pero
poder existir y no ser devorado por vegetarianos ineptos.
Odiadme por lo que pienso; amadme por
lo que soy. Pluraridad gradual, nervios. Un pulso herido de García
Lorca. Una semilla que ha decidido nacer muy lejos y que aun ni
siquiera se atreve a echar raices ni con una guitarra. Ni entendiendo
lo que dices. Ni aunque tenga sentido y busque herido curarme en el
otro lado, que está a oscuras...
Por que un milagro duerme en la
habitación de al lado.
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