lunes, 3 de diciembre de 2012

En la habitación de al lado

Mi felicidad depende de una falta por asistencia. De una ausencia que se trasmite por el sonido. De un oído que oye mas de lo que escucha pero sigue siendo feliz. Qué decir, estamos invertebrados en el cerebro. Somos plásticos y esnifamos algo que nos hace sufrir. Sucumbimos en un ombligo. Caemos en el olvido y somos lo suficientemente lascivos de pensar que somos algo. Es lo que tiene ser humano. Sentir. Vivir menos de mil años pero poder existir y no ser devorado por vegetarianos ineptos.

Odiadme por lo que pienso; amadme por lo que soy. Pluraridad gradual, nervios. Un pulso herido de García Lorca. Una semilla que ha decidido nacer muy lejos y que aun ni siquiera se atreve a echar raices ni con una guitarra. Ni entendiendo lo que dices. Ni aunque tenga sentido y busque herido curarme en el otro lado, que está a oscuras...

Por que un milagro duerme en la habitación de al lado.
 
 

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