miércoles, 26 de diciembre de 2007

Nosotros vivimos y ellos mueren

Llueve.

Hacía tanto que no llovía... en los días lluviosos, algo en mi aflora. Todo está triste, húmedo, como si la ciudad que tanto quiero se hubiera echado a llorar. Pero yo, sin embargo, estoy contento. Por que cuando llueve, todo el mundo tiene miedo de salir. Las calles sin refugio alguno de la lluvia se encuentran desiertas, salvo por unas cuantas personas, que corren sujetando un paraguas.

Las gotas caen sobre mi. En mi cara, en mi ropa... Puedo sentir cada parte de mi cuerpo, todas las partes que siempre están ahí, cumpliendo su función, pero que nunca las siento. A veces creo que solo llueve para que el ser humano recuerde su autentica condición, para que lavemos nuestros pecados, y nos dejemos llevar...

Pero ya no.

La tierra se seca, las plantas mueren y nosotros hemos de sufrir bajo la ira del dictador de oro. Siempre allí, inalcanzable. Cada día con mas fuerza, día tras día nos va matando poco a poco. La tierra, ya cruje y se parte ante nuestra presencia, incapaces de aguantar nuestras pisadas sin compasión.

Pero un día llegara el momento, en que compitamos contra el brillo del Sol. Lucharemos contra él, y por una vez, el ser humano demostrará que no necesita de Dios alguno para que se haga la luz eterna. Que la luz eterna, somos nosotros mismos, que no necesitamos el calor del Sol, ni el reflejo de la Luna, ni los consejos de las Estrellas, para poder vivir.

Y ese día, los hijos de la Luna, los herederos del Sol,los conquistadores de Marte, y los dueños de la Tierra, vivirán, ante lo que otros, han muerto.


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