martes, 5 de febrero de 2008

El Escritor

Seguramente verás este fino montón de hojas y simplemente lo ignorarás...

Verás mi nombre en él y no significará nada para ti.

Pero para mí, ese montón de hojas son el recuerdo de una vida que se me escapó de las manos, siempre resbaladiza. Si la cojía con fuerza se me escapaba sin más.

Y aunque ya no pueda cojerla, he aprendido que la vida has de sujetarla como sujetas a una mujer. Con frases susurradas, besos y promesas. Sueños y esperanzas que sabes que no se cumplirán.

Lo admito, soy escritor. Para los que no lo sepan, es una forma más de decir que me alimento sueños e ilusiones. Que la pluma gastada que sostengo diariamente es mi mejor amiga, y los incontables folios que he usado con ella son la tierra que cultivo para poder vivir.

Vivir, y seguir escribiendo. Siempre las mismas historias, los mismos sueños para que los mismos golpes vengan y lo quiebren todo. Muchos me censuran, me aplauden o simplemente se ríen de mi.

Debo escribir a una sociedad inculta, centrada en sí misma y basada en un sistema en el que uno es más feliz cuanto más pisotee al otro. Despúes de tantos años, he asumido que no voy a cambiarla, que no puedo, que soy incapaz. Que ya sólo puedo seguir lamentandome como un viejo más, mientras intento hacerme el hueco que no quiero en este mundo, para seguir consumiendome como la tinta de mi pluma y continuar con mi vida. Esa vida que se me escapó de las manos...

Pero recordad que hasta que mi pluma se seque, seguiré narrando historias de grandes sueños que nunca se cumpliran, de falsas verdades que nunca se contarán, de ideas que nunca se debieron pensar.

Mientras siga vivo, nadie me podrá silenciar.

1 comentario:

Solveig Möller dijo...

No dejes de escribir, probablemente es de las mejores cosas que podemos hacar siempre que tengamos algo que decir, no dejar nunca acallar la mente.

Me gusta como escribes.
Saludos.