viernes, 21 de noviembre de 2008

La misma herida, el mismo dolor

Ha pasado mucho tiempo...

Una vez más, os voy a contar mi historia. La misma historia de siempre, el mismo corazón roto. Sólo ha cambiado el rostro, el nombre y la tierra que piso. De nuevo, otra historia que nadie oirá de mis labios por que nadie la quiso escuchar.

Al menos nos quedan los recuerdos...

Mentira, no han exisistido. Se han ido disolviendo como castillos de arena en lo alto del mismo barranco donde, durante tantos años me he ido consumiendo. Gastado, agotado, seco y reseco de tanto llorar al tiempo, ese que me ha ido dando palos y que luego quisimos enjaular para que no se lo llevara el viento.

Pero el mismo tiempo enjaulado fue oxidando los barrotes que le hicimos y dolía tanto que hasta tu misma me arrancaste la llave de mi corazoncito, para que se fuera, para que volviera con el viento y volvieramos a nuestro cuento.

Pero ya era tarde, tus manos estaban manchadas y mi corazón negro.


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