No quiero depender de relojes que no marcan la hora, si no la simple demora de aquellos que nos hacen perder el tiempo.
No nacimos para esperar que las cosas nos vinieran, sólo a veces esperas horas que poder gastar, apurar y consolar diciendoles que no volverán, que se van al fondo del reloj de arena, y que si nos esperan, no tardaremos mucho en seguirlas.
No reflejamos ninguna sonrisa con el sonar del despertador, recordamos el error que fue enseñarle a contarlas, por que no tarda en decirnos que pasan, que se marchan. Yo no las puedo retener, no puedo ni decirle al Sol que detenga el atardecer, que no salga la Luna, que dejen la lupa con la que todo el rato me observan.
Y que una vez desaparezcan, no me dejen las huellas de barro grabadas en el corazón, que nadie viene a limpiarlo después...
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