viernes, 5 de marzo de 2010

Vago, cobarde y maleante

La esperanza no es algo que se pueda guardar en un matraz de ensayo. No puedes calcular el momento angular de su caida, ni la fuerza de su golpe a corazón abierto. Mi naturaleza hace tiempo que dejó de ser un macabro rompecabezas regido por la ley de tu desconocimiento.

Descubriste una grieta en mis pensamientos, la materia oscura que formaba mi mundo, siempre escaso de todo lo demás. Y como cualquier física, no lo dejaste escapar. Hiciste una ley que estaba obligado a cumplir: palabras contra realidad.

Llevo toda mi vida perdiendo esa batalla.

Y por ti, me rindo portando bandera blanca. Te dejo escribir la historia, te ofrezco las almas que murieron en el campo de batalla y prometo no volver a usarlas nunca más.

Pero no basta... y un hongo crece entra la lluvia ácida de lágrimas que no tengo valor de mostrarte más allá de este papel.

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