Antaño quizás hubiera entonado una historia al calor de esta hoguera y la botella que hoy os comparto, narrando al soldado que nunca fue nombrado, del aliento que todos poseemos hasta que nos lo arrancan del cuello y nos lo vuelven a hacer tragar.
[ Olvidé vomitar en vuestras entrañas ]
Y no me hubiera faltado razón al nombrar al ser superior y a todos sus grandísimos muertos. Todos han muerto por error, más ninguno cayó en el acierto de colgarse por el pezcuezo y dejar vivir a los nuestros.
[ ¿Reza el diablo? ¿Busca el silencio? ]
Pero ya pasaron esos tiempos en los que puño en mano se defendía la libertad, actualmente desaparecida, prostituida como todo lo demás. Comida por la envidia, la lujuria y la pereza va perdiendo la belleza que antiguamente la caracterizaba y deja sólo un rastro de maquillaje en la entrada de una orilla, en dónde una patera se ahoga, como todas las demás.
[ La esperanza no flota... ]
Mientras tanto, vais alejando al mundo mientras lo acercais cada vez más. Vais masificandolo, comprimiéndolo en vuestro afán de protagonismo. Todos queríamos papel y guión pero cerrasteis el teatro y aquello quedó como otra anecdota que contar a las palomas del parque.
[ Alas portadoras de enfermedades... ]
Y caminais, como impresionistas apartados de la vida. No sois ni el pintor ni la pintura imprimida pero sin vosotros, no habría maravillas. Os sentais en un sillón mientras trazan nuestras vidas y decidis si somos obras de arte o simples baratijas. Después, basta con una subasta que encuentre al mejor postor.
[ ...que vive en un sillón, maquinando nuestro rincón en este museo ]

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