Vivo en un mundo aparte... incapaz de odiarte.
Los relojes corren por los escaparates. Les cierran las puertas y duermen en las calles y durante los veranos, se transforman en un irónico reflejo de un cuadro de Dalí. Plástificados en el suelo, se convierten en el sueño de un grafitero que busca ir mas allá de la realidad, mas allá de los sueños. Colarse en nuestro mundo sintético y dejar constancia del miedo, del frío, del quiero y no puedo que patrulla nuestras calles de silencios.
Buscan las muñecas con quién jugar a las trece. Encontrar quién se merece rodearlas sin dientes. Buscan y buscan entre la gente, entre la población de relojes que huyen de marzo, de septiembre... de cualquiera de los meses en los que se estropearon y acabaron en un coma absurdo que no los llevaba a ninguna parte.
Mimos abstractos se mueven en el aire. Hablan con las manos, con los ojos, con el alma. Hablan y hablan y nadie los escucha, eterna lucha de querer seguir existiendo, convirtiendo nuestro mundo en un escenario de caricias que nadie ve.
Pues los relojes siempres están pendientes de no llegar tarde y las muñecas de no parecer cansadas. Unos hartos de jugar, otras hartas de otra tarde gastada en el espejo. Y mientras... nada, reflejos del pasado y del futuro, como un dejaví perpetuo aprobado por bajo presupuesto, ya que aquí, sólo los mimos trabajan gratis.
Pero si encontraran los relojes sus muñecas... o los mimos cobrasen voz y ganas de darlo todo... y pasearas por un momento en este mundo que creé para ti... te darías cuenta de que sigo sin odiarte, en este mundo aparte.
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1 comentario:
"Mimos abstractos se mueven en el aire. Hablan con las manos, con los ojos, con el alma. Hablan y hablan y nadie los escucha, eterna lucha de querer seguir existiendo, convirtiendo nuestro mundo en un escenario de caricias que nadie ve"
eso me ha llegado...
no me gustaría vivir en ese mundo a parte la verdad... se parece demasiado al real...
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