Estoy encontrando las notas.
Suenan bien. Bailan con mis dedos y ni siquiera se pisan sus tacones entre el bailoteo de las corcheas. Con la caja rota y el silencio huido, las notas se hacen fuerte en mis oídos cayendo en picado en un mar de vibraciones donde los ojos, no me dicen nada.
Sin pentagramas de por medio, consigo un ritmo, un par de notas y lo demás es cuestión de conocerse. De compartir, de expresar, de sentir que aunque pertenecen a mil escalas diferentes, vienen cuando les llamo.
Y eso es más de lo que puedo decir de mucha gente.
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