Es su manera de hacernos ver algo más allá de los 3cm de suelo que pisamos a diario y tiramos a un lado cuando llegamos a nuestras casas de ganas de dejar los recuerdos en las paredes y las pasiones en la cama.
Nos   escondemos entre hormigones y dejamos que la lluvia los moje, como si   esperáramos que sintieran algo. Como si fueran a sentir por nosotros.   Como si hubieran sentido alguna vez. Como si no fueran inerte y grises.   Como si no fueran nosotros.
Pero aquella vez tu te acercaste y besaste mis labios de piedra.
Y   me volví de madera: dura, flexible, resistente... y que siente a su   manera quieta que estás ahí cada vez que vienen nubes y tormentas. Cada  vez que necesito un trago de vida. Cada vez que  necesito sentir que  sigo perteneciendo a éste mundo, estás ahí para  besarme con tus labios mojados del mundo, mojados de  ti.



No hay comentarios:
Publicar un comentario