Ya he terminado de decorar todo mi cuarto con fotos de mil mujeres diferentes.
Solo van acompañadas de algún gesto inocente: no sé, una falda, unos tacones, un sombrero o unas botas. Una guitarra, un escote, una sonrisa sin que se note o un piercing en la lengua. A veces, unas medias de rejilla por las que siguen colándose mis pesadillas de clubs de alterne a los que nunca voy porque nunca estás.
Y no sé por qué, si cada uno tenemos nuestro lugar. Aunque mira que después, lo irónico fue que yo acabé en tu olvido y tu en mi pared.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario