En fin, otro sueño frustado; con esto y lo de que para ser guitarrista de blues necesito ser negro no solo de cintura para abajo, estoy al borde del alcoholismo. De tirarme a ese abismo de inculta felicidad donde pongo ladrillos dignamente, mientras me explotan miserablemente por comer pan y aguar vino.
Al menos fuera de la Iglesia me dejan repetir.

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