Me compré un vestido oscuro
para enterrarte y llorar
pero ahora que estoy en el entierro
tú no apareces.
Mis lágrimas son un collar
que se transforma por las noches
en una soga,
y no me deja dormir ni amar.
Cada vez que me restriego las lágrimas
me aprieta un algo más
y me deja poco a poco sin la voz
con la que te dormías.
Si sigue subiendo el precio
de la máquina del café
dejaré por herencia este puñado de nervios
que tengo agarrados al pecho.
Mientras, vuelvo a meter la moneda
y dejo que caiga una lágrima en el vaso
para poder decir por la mañana
"Buenos días a todos"
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