Tienes las manos amasadas de harina
un ligero prupito en la ceja
que alejas con tu muñeca de la frente.
La televisión habla de una matanza en Teherán
de un muerto por hambre, del tiempo de la nieve,
mientras nosotros escuchamos comiendo
los resultados del último partido.
No hablamos con nadie
o hablamos sin encontrarnos -al ordenador-
anulando el esfuerzo en las encías
que muerden por cada emoción.
Para ti es bastante falso respiro de vida,
el sexo devorado sobre un teclado, el corazón
que muere, y se apaga y se enciende, con un sólo botón.
No agrego kilómetros o años
a esta distancia inventada.
De todo es capaz el amor.
Daniel Cundari
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