Entre los minutos que me da un contador vacío, estoy buscando un segundo que hacer mío. Últimamente sobrevivo como un colgado, entre apuntes y conglomerado que finge ser madera y espera la firma de cada maldito crío que pasa ella con un taco de sus primos-hermanos.
Repaso sus muertos mientras me acuerdo de cientos de otros, que han hablado de todo menos de lo que debían. Se inventaron mundos y profecías que debo repetir para el sentir de mis señorías, que me controlan con un parte de asistencia y una firma que, a las 8 de la mañana tiene de todo menos forma.
Y se repite la historia, y nos vuelven a contar lo mismo y me ensimismo en que tengo que volver a mi sitio, entre papeles y quehaceres que durarán menos de 1 semana. Pues ya no quedan ni ganas de que termine, pues quizás después los rostros que me acompañan se difuminen y estos meses enanos se me corten en la mente, como me pasa cada vez que vuelven los fantasmas a mi cabeza.
Así que enfrío otra cerveza y vuelvo a mi jaula de papeles, para seguir cogiendo complejo de loro.
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