Si me dices que los días tienen veinticuatro horas, no te creeré.
Nunca he encontrado una hora que dure una hora; todas se me evaporan o demoran en una infinidad de aburridas confesiones. O caigo en mis visiones de una rubia liquida y otra de pecho resuelto o resbalo en el sueño lento de viajar entre el tiempo a una tierra de descontento social dónde los malos son muy malos y los buenos están por llegar.
Descubro que el mal no existe, que sólo persiste en la mirada de los que se lo quieren encumbrar entre estandartes y espadas que serán usadas por todos menos por quién las hizo chocar. Alguién ahogado entre pieles y rocas que vive en su cárcel propia de temor y orgullo, mientras yo vivo, canto y lucho por todas las otras cosas.
Hasta que el de al lado me despierta y acierta a decirme la página en la que estamos. Qué haría yo sin ti... :)
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