Era una casa vacía y una tentación insoportable.
La noche lucía su mejor cara dando celos a la Luna, y hablando sola de lo que nunca había existido. Un telefono móvil que raja el silencio de los grillos entre el aluminio de los asfaltos me arrancó su mirada y la dejó perdida en un listado de cuentas corrientes que se quedan quietas buscando un corazón.
Y no lo encuentran.
Se encontra perdido, sin comunicación, en un vaso de aire purpúreo que no existe más que en una serie B en negro y sólo negro.
Y nadie lo ve.
Y nadie lo encuentra.
Cree que todo el mundo es sincero cuando sólo él lo es. Por que lo es; más que la cuenta corriente que se queda quieta con el telefono en la mano, y no llama, no mira, no engaña a la Luna que aún cela por ser ese telefono silencioso en sus manos.
Pero está comunicando.
En los siete infiernos no hay ni cobertura ni diarios. Sólo una canción desgarrada en una guitarra afinada con el dedo corazón, que busca romper el maldito silencio del salón. Busca algo más que una cerveza vacía y unos cuantos acordes gastados por el sonido trillado de las barbas de Dios.
Deliro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario