Una garganta herida grita hasta la mentira más gutural, tanto como lo es la herida que la acompaña y más de lo que duele gritarla.
Pero lo haces... aunque duela. La garganta y la espera de la ostia que conlleva decir tu mundo. No existe el mundo, pues todos tenemos el nuestro y sólo intercambiamos los fragmentos que nos convienen como cualquier poker de media noche.
Sé que no estoy sólo en esta partida, sé que quién me guiña surca por mis venas la misma sangre de sus heridas, pero joder...
Me pide un full y yo no tengo más que una triste pareja.
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